Martín Hernández
Al cierre de la presente edición, al menos tres agentes de la Policía Judicial (PJ) y otros cinco de la Policía Municipal estaban a punto de ser linchados en la comunidad de Tochmapzintla, perteneciente al municipio de Huautlatlauca, cerca de la región de Tecali de Herrera. Al lugar fueron desplazados aproximadamente una centena de efectivos de la primera corporación, quienes, lejos de conducirse con prudencia, exhibían una conducta de franco desafío hacia la turba.
La violencia se desató porque los efectivos pretendieron ejecutar una orden de aprehensión en contra del comisario ejidal Gregorio Herrera Mendoza; sin embargo, varios testigos entrevistados por esta casa editorial aseguran que los agentes dispararon sin motivo alguno sus armas contra el representante del núcleo agrario, sin importarles que había decenas de personas en torno suyo.
Según esas mismas versiones, al filo de las 18 horas se realizaba un jaripeo en Tochmapzintla, porque se celebraba la fiesta del pueblo. En ese momento arribó una célula de la Policía Judicial, al parecer acompañada de dos informantes que reconocieron al comisario.
En el lugar había al menos 500 personas, decenas de familias enteras, muchas mujeres con niños de brazos; a pesar de eso, los judiciales pasaron atropellando a varias personas en e afán de llegar hasta Herrera Mendoza. La gente se enojó, hubo forcejeos y los policías resolvieron abrirse paso accionando los gatillos de sus armas.
Se escucharon aproximadamente cinco detonaciones. La mayoría de los asistentes se echó al suelo, cubriendo los cuerpos de sus pequeños, y otros huyeron despavoridos. Los judiciales no se detuvieron y siguieron disparando contra Gregorio Herrera Mendoza mientras lo perseguían.
Varios pobladores siguieron a los agentes para detenerlos y después se les unieron más. Los judiciales fueron sometidos, y cuando no hubo más disparos, la gente se percató de que un par de muchachos apellidados Herrera, de entre 20 y 25 años de edad, habían quedado heridos. Más tarde se supo que fueron trasladados a un hospital en Tecali.
Durante una entrevista vía telefónica, Fabián Chino Ascensión, regidor de Hacienda de Huautlatlauca, declaró que Gregorio Herrera Mendoza –quien está acusado de haberle dado muerte a otro hombre el año pasado por un conflicto de tierras– disparó primero contra los judiciales cuando se percató de que iban a aprenderlo. Una de sus balas rozó a uno de los agentes, hiriéndolo.
La gente condujo a los policías judiciales a la oficina del juez de paz, y también detuvo a cinco policías municipales por considerar que no habían intervenido a favor del comisario, quien, aseguran, es inocente.
Los representantes del pueblo notificaron que entregarían a los agentes a las autoridades federales. Más o menos una hora y media después de que sucedieron los hechos, el director de la Policía Judicial, Hugo Isaac Arzola Muñoz, arribó al lugar, acompañado por una centena de sus hombres –según cálculos de los vecinos–, y más tarde llegó el delegado de la Secretaría de Gobernación.
La presencia de los funcionarios estatales encendió los ánimos. Los vecinos le cerraron el paso al contingente de judiciales formando una barricada con sus vehículos; los oficiales hicieron lo propio con sus patrullas. Algunos pobladores llevaron gasolina al lugar donde estaban los retenidos y amenazaban con quemarlos vivos.
Los judiciales que iban por sus compañeros estaban desesperados y otros más estaban perdiendo la cabeza y retaban a los vecinos: “¡déjenlos salir pinches indios o les vamos a partir la madre!”, les dijeron. Un corresponsal de La Jornada de Oriente se identificó ante los agentes pero éstos le respondieron: “¡vete a chingar a tu madre con todo y tu periódico de mierda!”.
Algunos vecinos mencionaron a esta casa editorial que la orden de aprehensión –registrada en el oficio 07/2009 número 10– obsequiada por el agente del Ministerio Público, Francisco Minor, y llevada por los judiciales, contenía los nombres de tres personas que ni siquiera viven en dicha comunidad.
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