lunes, 9 de marzo de 2009

La Cultura Oficial

Roberto Martínez Garcilazo

Uno de los varios rasgos inaceptables de la burocracia dorada gubernamental es su falta de buenas maneras cívicas, de modales, para con los ciudadanos que representan. Los nuevos ricos como monarcas se comportan aun cuando perciben sus salarios del tesoro de la república y no dan a los ciudadanos explicaciones de sus actos y decisiones.
Ausencia de conciencia republicana que no en pocos caos deviene en flagrante impunidad. Los señores funcionarios se van como llegan, por una voluntad ajena al pueblo, y sin explicar satisfactoriamente sus actos públicos. Creen –altaneros como son-que sólo a sus jefes deben cuentas.
Sergio Vela se fue y llegó Consuelo Sáizar. Según la nota de Virginia Bautista del 6 de marzo en Excélsior, Sergio Vela no pudo o no quiso –no olvidemos que es director de opera, contener las lágrimas durante sus últimos minutos en las oficinas de la presidencia del CONACULTA ubicadas en Arenal 40, y lloró discretamente. Por patriótico decoro –según se infiere de sus palabras- no se permitió expresiones elocuentes.
Lean el último párrafo de la nota: Con un gesto cordial, Sáizar acompañó a Vela hasta la salida. Sonrientes bajaron juntos las escaleras y se dieron un abrazo frente al portón de la sede, donde se dejaron tomar fotos. La nueva presidenta esperó a ver cómo el ex funcionario se fue caminando, como saboreando su libertad. “Va a las librerías”, señaló Sáizar.
Muy conmovedor, verdad. Pueden oírse, allá en segundo plano las notas, de cierto dúo de La Traviatta. La vida –a veces, porque no siempre existe justicia poética, ni de la otra- pone en su lugar a los personajes de su tragicomedia. Y, hasta hoy, este es un caso de por lo menos justicia narrativa: sale de trama un personaje secundario que carece de atributos para alimentar el desarrollo de la diégesis. Tal vez mañana – no olvidemos que cualquier cosa puede pasar en un país donde los gobernantes se consideran exentos de responder moral y legalmente por sus actos- se anuncie que Vela ha sido designado embajador o secretario de educación o director o coordinador o jefe de la oficina coordinadora de los programas que coordinan las oficinas.
Sergio Vela no elaboró proyecto cultural alguno para México. Su estancia en el CONACULTA transcurrió entre el derroche financiero (uso discrecional de dinero público para realizar actividades personales) y el sub-ejercicio presupuestal (ausencia de transferencias financieras a estados y municipios); entre la frívola soberbia cortesana y la ineptitud para la gestión y promoción cultural en un México herido por la desigualdad social y el rezago educativo. Porque aun cuando la UNESCO recomienda que el 1% del PIB sea dedicado a las actividades culturales, en México se trabaja con menos de la mitad del ese punto porcentual. Además, en demérito de las entidades federativas y de los municipios, la política cultural es arrogantemente centralista. Esto sin profundizar en que la gestión cultural está desvinculada de las labores educativas que cotidianamente se realizan en las aulas del sistema educativo nacional.
Privilegiar -en el llamado Plan Nacional de Cultura que presentó doce meses después de asumir el cargo- una visión mercantil del turismo cultural en zonas arqueológicas, sobre temas tales como la preservación de las culturas y las lenguas indígenas y el fomento a la lectura, es un despropósito en un país pluri-étnico y rezagado educativamente.
Un fragmento de la nota de Milenio del miércoles 4 de marzo, en la que se reelabora la información de NOTIMEX: “Reconoció, sin embargo, que en este momento se siente realmente abrumada por la distinción y encantada por el trabajo que le espera. Sáizar indicó que a la brevedad posible y en cuanto los sectores puedan, tendrá un acercamiento con los diferentes grupos de creadores artísticos, para escucharlos a todos. Esa será una de mis primeras actividades, con una tónica de conciliación para generar un proyecto colectivo para beneficio del país en su conjunto. Dijo que la experiencia adquirida en los últimos siete años dentro de la administración pública le llena de optimismo para realizar una gestión incluyente, cuya característica será el diálogo".
Con la buena opinión de profesionales de la palabra como Monsivaís, Espinasa, Carballo, Berman y Granados Chapa, entre otros, llega Sáizar.
Pero también con su inconveniente declaración –a Carlos Loret de Mola, en Primero noticias- de que no auditará la gestión de Vela, llega Sáizar.
Inconveniente y desafiante declaración, porque la ley la obliga a revisar las cuentas del director de ópera.
Finalmente, un dato que llama mi atención es el nombramiento del Dr. Fernando Serrano Migallón como secretario artístico del CONACULTA. El nuevo funcionario es un reconocido profesional del derecho y también economista e historiador: es miembro del SNI y de la Academia Mexicana de la Lengua. Es posible que Sáizar haya encomendado a Serrano –entre otros asuntos- la elaboración de un proyecto que termine con la actual incertidumbre jurídica del Consejo. A lo mejor, quién sabe lo que pasará en el tablado de la cultura oficial.

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