Todavía no acaba de instalarse debidamente en el púlpito poblano cuando ya se resintió el primer puñetazo sobre la mesa del de por sí trasijado laicismo mexicano, del nuevo representante del Vaticano y arzobispo de Puebla.
Muy a las calladas y de manera escurridiza, diputados del PRI en el Congreso local presentaron el viernes una iniciativa de modificación a la Constitución de Puebla que, de aprobarse, significaría un peligroso retroceso para los anhelos de modernización y secularización de la vida pública.
Los diputados priistas se proponen —entre otras cosas— modificar el artículo 18 y adicionarle el párrafo IV, en el que establece que “la vida humana debe ser protegida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural de la persona”.
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