Fuente: Eme-equis
Humberto Musacchio
(Periodista, colaborador de Excélsior y autor de varios diccionarios enciclopédicos sobre México)
México vive bajo el azote de la violencia, lo que muestra la inutilidad de sacar a los soldados de sus cuarteles, fenómeno que pretendía explotar la ingenuidad social al mostrar un gobierno enérgico y no tanto a enfrentar con energía a la delincuencia, como lo prueba la cifra brutal de 600 asesinados por el crimen organizado solamente en lo que va de este año.
Vicente Fox, dominado por el autismo, dejó hacer y dejó pasar. Las bandas criminales se fortalecieron donde ya existían y nuevas y viejas organizaciones de delincuentes aparecieron en estados que se habían salvado de su presencia. Con Felipe Calderón, más ocupado en legitimarse que en actuar como estadista, las cosas han empeorado hasta niveles que ponen en riesgo la gobernabilidad del país y su futuro.
En medio del caos se han multiplicado las agresiones contra periodistas. Un recuento publicado por el columnista Enrique Galván Ochoa en La Jornada muestra que en 2001 fueron tres los periodistas asesinados, uno en 2002, dos en 2003, cinco al año siguiente, dos ejecutados y uno desde entonces secuestrado –esperemos que no muerto– en 2005, ocho en 2006 y dos en lo que va de este año. Seguir leyendo
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