miércoles, 28 de febrero de 2007

Pura víscera

Tuve la necesidad de escrbir esto, consciente que no tiene un origen periodístico, pero que si somos poco rigurosos podríamos pensar que es un periodismo a la Bukowski
****
Esta es la leyenda del bufón tomador.
Para tener amigos, en aquella época cuando se hace imprescindible tenerlos, el pequeño bufón aprendió a tomar, de hecho nunca aprendió a tomar; eso sí, resultaba más gracioso cuando bebía; por tanto, sus compañeros más avezados, que se convirtieron en la mayoría de los casos en sus verdugos, conspiraban para lograr que ingiriera tanto como fuera posible con la intención de verle vomitarse sobre sus ropas y una vez dormido vestirle de mujer. Era un reino, digamos, de ingreso per cápita medio,
El pequeño bufón fue una muestra de que la sagacidad no está, necesariamente, ligada a la inteligencia.
Así, de manera vertiginosa, sacrificando en la mayoría de los casos la dignidad de la cual ya le quedaba poco desde aquella época donde era imprescindible tener amigos, fue llamado a amenizar las fiestas del realengo de ingresos per cápita más altos; su fama de tomador le había dado reconocimiento en el país donde en ocasiones resultaba necesario para supervivencia tragar el vómito colectivo sin hacer gestos, más aún el pequeño bufón había adquirido la habilidad de estilar una gran sonrisa después del acto de deglución.
Su gran habilidad para ello le llevó hasta los niveles más altos del Reino de los reinos de aquel país, donde el ingreso per cápita y la tragazón de vómito registraban niveles fuera de cualquier canon.
El pequeño bufón llegó a posicionarse como el bufón preferido de los bufones del rey, a momentos, incluso, aconsejaba a su señor.
Pero fue su debilidad por la repugnancia lo que le llevó a la perdición, y es que cada vez que tenía que repetir el acto el bufón siempre ansiaba más; a grado tal de que presumía ser uno de los mejores traga-vómito del país, con la perfeccionada técnica de esbozar la sonrisa más natural, más brillante, más perfecta.
Su mal hábito de tomar nunca despareció y a poco tiempo el bufón, una vez que el arte de tragar repugnancia dejó de ser agradable, fue botado del Reino de los reinos de aquel país.

No hay comentarios: