martes, 20 de febrero de 2007

Divina comedia

Hay una frase en la introducción del libro de Sanjuana Martínez que es devastadora: en este país, al escándalo del pastor que oficia de lobo y devora a sus propios corderos, al escándalo del manto púrpura que lejos de proteger a sus hijos más vulnerables se convierte en refugio de sodomitas, malhechores, madriguera de cazadores ahítos de sexo robado y de inocencia allanada a la sombra de la cruz, se una la lenidad de las autoridades.
En la orgullosa república hija de la Revolución, laica y libre, los gobernantes acuden bajo palio para arrodillarse ante la misma púrpura bajo cuyo manto se cobijan los hijos de Sodoma.


Existe un debate sobre si un reportero especializado está autorizado moralmente a enjuiciar, calificar, explicar y hasta poner en duda a título personal la versión de su interlocutor, una postura oficial.
En mi opinión, es aquel el grado más alto del periodismo; por lo mismo se requiere de una ecuanimidad a prueba.
La línea entre lo crítico y lo visceral es muy delgada, de hecho, traspasarla es casi imperceptible.
La aportación de acotaciones históricamente se ha considerado una facultad exclusiva de la crónica, acaso en menor medida del reportaje.
Álex Grijelmo en “El estilo del periodista” señala la imposibilidad de emitir juicios morales aunque deja abierta la puerta para adverbios y juicios de valor; pero acota “no se deben incluir sentencias, sino descripciones de los hechos”.
Un buen amigo un día comentó que el reportero es un traductor social, un explicador de los escenarios, un conceptual nato. Por tanto, si algún político incurrió en abuso de su autoridad o utilizó dinero público para cuestiones personales es un corrupto y por tanto así debería llamársele, al fin, es un término que las personas entienden y entienden bien. Coincido con ello.
El que aborda Sanjuana Martínez en su libro, es un tema que permite esas concesiones; más aún si se considera que los delincuentes son representantes del monopolio de la fe y por consiguiente la divinidad de su abusos no está en cuestión.

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