Javier Valdez Cárdenas (Enviado) La Jornada
Lima, 10 de junio. Pese a amenazas, bajos salarios y el poder de corrupción del narcotráfico, así como la complicidad de gobiernos hacia el crimen organizado, los reporteros deben seguir investigando sobre el narco y traspasar los velos de hipocresía y mentira oficial, con integridad, coraje e imaginación, afirmaron periodistas de Perú, Colombia, México y Brasil, presentes en Lima en un seminario sobre periodismo y narcotráfico.
Señalaron que la violencia, corrupción e impunidad se han incrementado en México, Brasil y Colombia, además de que la gran capacidad financiera del narcotráfico le permite cooptar a policías, periodistas y directivos de medios de información, pero aun así es posible informar sobre este fenómeno e investigar al respecto.
“Sí es posible el periodismo de investigación en estas circunstancias, a pesar de ellas, pero se necesita el respaldo de los medios, de sus directivos, de los reporteros del sitio para el que uno trabaja, pero también de la sociedad, que no debe dejar solos a los comunicadores”, señaló Miguel Ramírez, del diario peruano El Comercio.
Ramírez recibió el premio a la mejor investigación periodística, entregado por el Instituto de Prensa y Sociedad (IPS), que además organizó este seminario sobre Investigación Periodística del Narcotráfico en América Latina.
El gobierno, los militares y el poder político, agregó, insisten en mentir, ocultar y manipular información, como ocurre en Perú, donde las autoridades persisten en relacionar a los productores de coca con lo que queda de la extinta guerrilla de Sendero Luminoso.
Lucas Jiménez, del diario El Tiempo, afirmó que es difícil investigar cuando se recibe un salario de 250 dólares mensuales, y si los directivos de los medios están más interesados en la nota diaria.
“Pero vale la pena ser tercos e indagar, descubrir detalles que, reunidos, son grandes historias, como la década de la narcoguerra que se vive en parte de Perú y que no se trata debidamente por los medios de comunicación.
Gustavo Gorriti, presidente del IPS, aseguró que “hay que romper, traspasar los velos de hipocresía gubernamental, de fingimiento y mentira oficial, en torno a la lucha contra el narcotráfico… Hay que seguir con la cobertura periodística, seguir hasta donde se llegue, a diferencia de la policía, pues el periodista es, ante todo, un ciudadano que se debe no a los medios, sino a la sociedad”, comentó.
Sergio Machado, reportero del diario brasileño la Folha de Sao Paulo, recordó el caso reciente en el que paramilitares y ex militares torturaron en su país a dos periodistas, y dijo que de las 513 favelas que hay en Río de Janeiro, 75 por ciento están controladas por estos grupos delictivos, relacionados con el narco.
“Por un lado está el narco y por otro la milicia, con paramilitares, y la policía, que no tiene capacidad técnica, reprime, no está preparada y es corrupta”, manifestó.
Las corporaciones brasileñas, sostuvo, están coludidas con narcotraficantes de Paraguay, y a pesar de las denuncias periodísticas, no hay indagatorias de la policía ni detenciones.
Amaury Ribeiro, del Correio Braziliense, aseguró que de 5 mil operaciones financieras en su país, apenas 10 por ciento es rastreada por Hacienda.
Los mexicanos Ignacio Rodríguez, director de la revista Emeequis, y Sergio Haro, periodista del semanario tijuanense Zeta, coincidieron en que el narcotráfico ha permeado todas las esferas del país, y el gobierno, que emprende nuevas acciones contra los cárteles de la droga, involucrando a más efectivos militares, ha perdido la lucha contra el crimen organizado.
Ginna Morelo, reportera de El Meridiano, de Córdoba, Colombia, señaló que con los niveles de complicidad entre paramilitares y narcotraficantes, los niveles de temor y criminalidad no son menores, pero “con un poco de irresponsabilidad y de audacia hay que seguir contando lo que pasa, informándole a la gente”, dijo.
Hollman Morris, del programa Contravía, convocó a los reporteros a terminar con el prejuicio de que son delincuentes todos los campesinos que siembran hoja de coca en Colombia, difundido por el gobierno y algunos medios de comunicación; por el contrario, los productores no cuentan con la opción de otros cultivos ni con el apoyo gubernamental para modificar sus formas de vida y sustento.
Martha Soto, del matutino bogotano El Tiempo, llamó a no sembrar la desesperanza entre los reporteros, pese a las adversidades, y se pronunció por “colombianizar” otros países, a través de esquemas operados por periodistas de diferentes medios en este país, que realizan conjuntamente indagatorias sobre ejecuciones y emprenden acciones de defensa de comunicadores amenazados “para que no nos gane la democracia narcotizada”.
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